Extracto de El Gran Silencio
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He mencionado ya ampliamente a los psicodélicos y sus efectos sobre la consciencia en El Maestro Psicodélico. Yo soy un creador inspirado; mi naturaleza es violenta. Mi desesperación había alcanzado tal cúspide que fue necesario liberarme a toda costa de lo absurdo del mundo en el cual vivía. Los psicodélicos me permitieron tomar consciencia que esta inmensa nada que causaba mi desesperación, era necesaria para degustar esta claridad que emana de mí y a la que yo llamo gracia. Las sustancias psicodélicas me ayudaron a posarme en la cima en la cual el Gran Silencio me es perceptible.
Por medio de mi lectura exhaustiva y mis experimentaciones, había intuitivamente preparado el terreno para ese estado de ser. Me lancé y así llegué hasta el fin de mí mismo. Entonces me deshice de todo lo que no era esencial. Tuve la experiencia del vacío con el fin de poder escuchar conscientemente el Gran Silencio de una vez por todas, y luego, al encontrarlo, lo volví nuevamente manifiesto de manera permanente en mi vida.
Durante cuatro años trabajé metódicamente con altas dosis de psicodélicos consumidos regularmente con el objeto de terminar de una vez por todas con esos programas erróneos que me habían sido impuestos.
Yo no sugiero a nadie seguir mi odisea psicodélica a menos de poseer una alta velocidad intelectual y sobretodo ser fundamentalmente feliz. Para aquellos que se sienten llamados a la senda psicodélica y que creen poseer las aptitudes necesarias para sobrevivir a tales experiencias de shock, yo les prescribo consagrarse totalmente y con seriedad. Después de algunos años, podrán haber experimentado varias veces el Gran Silencio, lo cual hará más fácil volver permanente dicho estado.
Sin importar el método utilizado, aquel que experimenta el Gran Silencio ya ha llegado, simplemente le basta un paso para atravesar el puente de la inmortalidad. Sin la ayuda de psicodélicos yo habría podido errar por un largo tiempo. De esa forma, yo franqueé el río sagrado del olvido, incluso antes de haber terminado mi vida terrestre, como es el caso de la mayoría.
Los psicodélicos tienen la propiedad única de ir más allá de la mente para permitir la manifestación del estado visionario. Sin embargo, la gran parte de aquellos que los experimentan no escucharán jamás el Gran Silencio pues sus visiones les perturban y les fascinan a tal punto de desviarlos subrepticiamente del estado no dual. Sería necesario que la persona sea de una naturaleza mística y contemplativa para pasar más allá de los paraísos artificiales, con el fin de que pueda sentarse en el centro del ciclón. Muchas personas creen en la rueda de la reencarnación o samsara; yo no pretendo desviarlos de su creencia ya que la reencarnación es la ley de aquellos que creen en ella. Sin embargo, yo prefiero sentarme en el centro de esa rueda. Desde ese lugar inmutable, yo miro a las personas dar vueltas a toda prisa mientras yo me dejo absorber por las profundidades oceánicas de mi ser. Yo soy como el Buda, me siento bajo el árbol del conocimiento y me despierto. Yo soy hogareño y aunque a veces eso me perjudica, la mayoría de veces me sirve. Los psicodélicos me han dado la fuerza para poder fijarme en el centro de mí mismo y no es sino desde ese punto estratégico, que se encuentra en el aquí y ahora, que yo escucho el Gran Silencio.
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Extracto de El Gran Silencio
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Extracto de Abstractions #8