Extracto de La Felicidad Absoluta
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El ser solitario no es un defecto mientras sea una elección, es de hecho, la principal cualidad del guerrero y de los grandes seres. Mi singularidad mantiene a distancia a muchas personas, mis certezas metafísicas las estremecen y las hacen huir. Yo me encojo de hombros y continúo mi camino. Siempre hay amigos de mi esencia que me acompañan, se podría decir que es siempre la misma persona, el mismo arquetipo y finalmente, yo discuto conmigo mismo en una comunión sublime. Yo existo tan intensamente que cortocircuito el cerebro de los adormecidos. Es evidente que los enloquezco ya que ellos no utilizan más que el 5% de su cerebro, mientras yo lo utilizo al 100%. Yo soy, totalmente, y aquello implica experimentar la realidad en su totalidad, utilizar el pleno potencial con el fin de realizarme a cada segundo. Cuando se puede hacer eso uno puede soportar fácilmente la soledad.
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Si puedo ser feliz aún en la soledad, sé que siempre podré volver a encontrar mi centro, incluso si hay una multitud de gente a mi alrededor. Es importante para mí saber eso ya que es en la soledad que yo creo mis obras maestras. Todo el mundo debería salir periódicamente del tumulto de la vida social y de los medios públicos para poder encontrar esta paz interior y así, asegurarse de no perderse en la senda. Es un acto regenerador y sagrado que me permite regresar a la fuente. No tengo la necesidad de complicarme la vida, me basta con un lugar tranquilo donde no necesito hablar, donde el teléfono no suena, y donde no hay letreros con publicidad. Aquello me permite mantenerme en un estado más fundamental, cerca de mis sueños. Me impregno de ellos y los hago yuxtaponerse a mi vida cotidiana para que no exista prácticamente diferencia entre ambos. Yo vivo de ese modo, simultáneamente, en todos los niveles: personal, mítico, espiritual, cósmico y del ser. Yo utilizo más mi supraconciencia, y es así cómo Nicolas Lehoux da lugar al Gran Jovialista, por el don de sí mismo. Yo puedo vivir así ya que me he tomado el tiempo de enraizarme bien en el nivel físico de la realidad. Es necesario sentir lo finito para apreciar lo infinito.
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Durante mis primeras experiencias místicas tuve el reflejo de instaurar en mi vida una práctica integral, con el objeto de mantenerme equilibrado ante las revelaciones profundas, que despertaron en mí una energía fulminante. De esa forma yo trabajo cada nivel de mi ser separadamente: cuerpo, mental, alma y espíritu. Así me aseguro de nunca tropezar. El despertar del Ser me propulsa fuera del tiempo y del espacio. Permanecer en ese estado requiere mantener mi base sólida, permanentemente, en el nivel subjetivo, social y objetivo. Debido a que paso la mayoría del tiempo a trabajar en un nivel sutil, me aseguro de tener siempre un cordel que me retenga, cual globo inflado con helio. Ya he conocido a muchas personas espirituales que no han tenido el reflejo de enraizarse en el nivel físico, y al no poder explicarse lo que les sucede, fueron a parar al hospital psiquiátrico y fueron forzados a tomar medicamentos. A penas puedo reconocerlos al haber sido tan zombificados y traumatizados por lo que han vivido. Yo me agarro a mi Ser con todas mis fuerzas, me mantengo vivo en el plano físico, ya que sé que mi trabajo está aquí con los seres humanos. Yo soy un visionario y mi vida únicamente tiene sentido si comparto mis visiones y ellas benefician a la comunidad, la guían. Yo amo la vida, amo mi cuerpo y todas las sensaciones que me permite experimentar. El Bodhisattva conserva su cuerpo de luz después de su muerte ya que ha logrado estabilizarlo antes de desencarnarse.
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Yo me dejo llevar, ya no quiero controlar. Me contento con desear con todas mis fuerzas, de hacer lo que tengo que hacer y de ese modo atraer hacia mí el objeto de mi deseo. Yo soy el raudal de los eventos que mi ser ya ha escogido para mí. Mi Ser es el mejor guía que existe, es omnisciente, creador, perfecto. Yo no me opongo a nada, esquivo los obstáculos de forma ligera y fluida; persevero sin encapricharme. Yo no soy pasivo, al contrario, yo soy un creador, me invento, me creo sin compromiso, estoy tan vivo que yo mismo me asombro. Estar vivo no significa para mí, lo mismo que significa para la mayoría de gente; aquello me provoca risa. Yo nado en la verdad sublime más allá de las palabras sin importarme que otros me comprendan, lo importante es que YO me comprenda. Con esto en mente yo puedo resistir a todo. Yo me apego a la simplicidad, apostando en mi resistencia a largo plazo. En cincuenta años yo aún seré tan creativo y vivaz, lo sé. Yo me cambio a mí mismo, Nicolas Lehoux es muy maleable, yo lo desplazo, le hago escribir, dibujar, amar, pensar y reflexionar, y siempre se entrega, por devoción y por vocación. Hace tiempo que ya abandoné mis ambiciones de grandeza, es por ello que soy grande. Mi persona es un bote suntuoso y el día en que desperté yo apagué los motores. Continuo avanzando ya que aún tengo el impulso inicial, pero voy ralentizando poco a poco, y muy pronto me detendré. Para quienes me rodean la ilusión es perfecta ya que ni siquiera se han dado cuenta que yo ralentizo más y más, que me eternizo. Eso me tiene sin cuidado, no necesito de ellos para validar mi estado de ser. Es necesario saber reconocer la iluminación en uno mismo para poder verla en los otros.
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Me basta con mantenerme atento a mi voz interior, a mis sueños, a mi intuición, para saber qué hacer en el día a día. Yo no preveo nada a largo plazo, con excepción del hecho que viviré hasta los 105 años y que siempre seré un artista. Yo sabré reaccionar en el momento presente – de todas formas tales cambios van a abatirse sobre la humanidad – en lugar de tratar de prever todo, lo cual es un signo de ignorancia, de falta de ligereza y de creatividad. Con frecuencia tengo la sensación de estar encima de todo, nada me alcanza en verdad. Todo cambia rápidamente y yo continuo imperturbable, desplegado en varios siglos, ya no cambio debido a que soy inmóvil, yo soy el Observador.
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Extracto de La Felicidad Absoluta