Extracto de El Maestro Psicodelico
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Las experiencias psicodélicas y los sueños son parientes químicos; solamente están localizados en diferentes grados. – Terence McKenna
La palabra psicodélico viene de las raíces griegas pysche y delos, y significa ver la psique. En ese sentido, los sueños son psicodélicos ya que uno ve su propia psique, que se comunica con nosotros de forma holográfica y multisensorial. Mas el estado de ser relacionado a una experiencia psicodélica, aquel del sueño y del trance provocado por la violencia creadora que reside en mí, son todos similares. Se trata de un estado sutil en el cual lo invisible es omnipresente y con el cual yo me siento familiarizado. Es en ese estado de ser que reside el secreto de mi presencia en este planeta. Me gusta acostarme y desactivar mi mente ya que vastos espacios luminosos se me aparecen. Es de esa forma que recibo las mejores indicaciones para ser armonioso. Yo me conecto con la armonía cósmica, siento el universo en su totalidad.
Es necesario aprender a reconectar la pantalla de nuestro nivel supramental, ya que la información que se recibe es más rica y verdadera, porque viene bajo la forma de hologramas multisensoriales y multidimensionales. Los sueños, al igual que las experiencias psicodélicas, son también una forma de comunicación, presente todo el tiempo, para la cual solamente es necesario estar atento. Pero el panóptico de la supramente es tan rico que es fácil perderse si uno no se ha anclado bien al cuerpo físico. De hecho, los reinos transcendentales son tan perfectos que, a veces, uno tiene dificultad al reintegrar el mundo de los humanos, con sus sufrimientos, sus retrasos, sus límites y la ignorancia que vuelven todo más pesado. Sin embargo, yo soy feliz y tengo una obra para anclarme bien aquí mismo, en caso de estar a la deriva, de tambalear o de sentirme olvidado e incomprendido. A pesar de todo, yo mantengo un permanente sentimiento de armonía profunda. Yo soy lo que yo me he dado a ser; he desactivado los programas que tratan de hacer de mí un robot, un número aleatorio en una fábrica productiva de absurdidades. Yo voy a contracorriente y lo asumo.
Las mujeres son intuitivas pues ya están a la escucha gracias a su sensibilidad. De ese modo, parecen tener una menor necesidad de ayuda de psicodélicos que los hombres para activar sus circuitos sutiles. Tal como lo manifiesta Florinda Donner, una estudiante de Castaneda, en su libro Being-in-Dreaming, las mujeres trabajan más directamente en el nivel de los sueños, sin tener la necesidad de tomar enteógenos para atraer su atención sobre ese aspecto de su ser. Contrariamente, los hombres son más bien lo opuesto, ya que tienen la tendencia de ser racionales, críticos y dejar, a menudo, que el intelecto tome demasiado lugar. Debido a que los psicodélicos desactivan eficazmente la mente, es para algunos de nosotros la mejor forma de sobrepasarla y de encaminarse hacia partes de nuestro ser más profundas y no lineales, hacia reinos transcendentales.
Los sueños han tomado más y más importancia en mi vida a partir del día en el que comencé a tener sueños lúcidos. Después de tres meses de yoga psicodélico, es decir, de consumir una alta dosis a cada semana combinada con meditación diaria, yo comencé de forma espontánea a tener sueños lúcidos 24 horas después de mi experiencia psicodélica. ¡Qué inmensa alegría fue el soñar conscientemente por vez primera! Mis primeras fantasías fueron rápidamente realizadas: volar, hacer el amor, atravesar paredes, etc. Terminé sin embargo, por hartarme de eso y empecé a preguntarme sobre la utilidad y la pertinencia de tales experiencias de sueños lúcidos. Efectivamente, no lograba superar mis fantasías, como si fuese un autómata sin voluntad controlado por impulsos animales y hábitos. Yo tenía sexo y volaba hasta hastiarme, pero sentía sin embargo, que había algo artificial en todo eso. Entonces busqué el medio de desactivar los programas de base para pasar a un nivel en el cual tuviera una mayor libertad de movimiento y de expresión, donde ya no estaría sujeto a los hábitos de mi cuerpo físico y mental.
Todos tenemos amigos que trabajan con nosotros en lo invisible, por lo que me puse a la búsqueda de mi guía, despumando mis sueños mientras preguntaba a todo el mundo dónde podía encontrarlo. Me bastaba con visualizar y afirmar varias veces mi deseo de encontrarlo antes de ir a dormir, para pensarlo en el sueño. Eso me ayudaba con frecuencia a volverme lúcido. Después, pasaba cerca de él en varias ocasiones, sin poder verlo. Finalmente, lo encontré bajo la forma de un psicólogo barbudo pero no llegué a estar consciente el tiempo suficiente para hablar con él. Sin embargo, él pudo decirme: We will have an enlightening moment together. Es de esa forma que este encuentro me marcó profundamente.
El sueño lúcido es un estado más claro y consciente que la experiencia psicodélica. En él me siento más relajado y abierto, mas tal fenómeno se desencadena como un efecto secundario. Nunca antes había yo tenido tantos sueños lúcidos. Es entonces que comencé a informarme acerca del sujeto y descubrí rápidamente técnicas para favorecer los sueños lúcidos. Yo detuve mis experiencias psicodélicas después de cuatro meses para concentrarme en los sueños, los cuales repentinamente se volvieron más claros, más presentes. Comprendí entonces hasta qué punto los sueños son psicodélicos, es decir, que vuelven la psique visible. He ahí un ejemplo concreto del poder de revelación de los psicodélicos.
En aquella época yo atravesaba un periodo fértil en sueños lúcidos. Puse en práctica técnicas como aquellas enseñadas por Stephen Laberge, psicofisiólogo estadounidense y precursor en el estudio científico de los sueños lúcidos. Él comenzó su investigación acerca de los sueños lúcidos durante su doctorado en psicofisiología en la Universidad Standford, en 1980. También desarrolló técnicas con el fin de permitirse a sí mismo, así como también a otros exploradores, la inducción de sueños lúcidos. Sin embargo, esas técnicas no me satisficieron por completo ya que yo lograba sin esfuerzo provocar sueños lúcidos, pero no llegaba a comprender la finalidad de tales experiencias. En otras palabras, no respondían a mis preguntas: ¿para qué sirve tener sueños lúcidos? ¿Cuál es la relación de estas experiencias con las de mi vida cotidiana?
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Extracto de El Maestro Psicodelico