Extracto de La Felicidad Absoluta
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Es cada vez más común el sentir y ver otras formas de existencia que cohabitan con nosotros en otros planos de la realidad. Nosotros somos cada vez más telepáticos y sensibles. Ya que una infinidad de realidades paralelas se intersecan con la nuestra, es normal comenzar a interactuar con ellas. La tecnología vuelve manifiestos los niveles de la conciencia colectiva que siempre han sido invisibles para la mayoría. La realidad virtual es la primera realidad paralela en manifestarse concretamente para aquellos que no han alcanzado el despertar. Basta con hacerla nacer, vivir, frecuentar otras personas, para sentir que esta realidad es muy cercana a la de los sueños. A continuación, uno se vuelve más sensible a lo invisible, al cuerpo sutil, a la intuición. Los más psíquicos de entre nosotros no necesitamos la realidad virtual para ver el mundo invisible; nuestro tercer ojo está abierto y nos permite ver simultáneamente varios planos de la realidad yuxtapuestos. No hay que asustarse, es como ver una abeja volar alrededor de nuestra cabeza; si la dejamos tranquila se irá, lo que le interesa es el polen. Cuando uno siente una presencia astral, es bueno observarla sin molestarla, a menos de que nos interpele. Entonces podemos escoger de responderle si la sentimos favorable o de cazarla si no nos gusta la vibración. El sabio ve todo, escucha todo, pero permanece impasible, observa e interviene solamente cuando es necesario.
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Las formas de existencia astral son copias del nivel físico pues son inmanentes del mismo. Es un juego de espejos que engaña a muchos. Esta perfecta mecánica infinita no debe ser perturbada repentinamente, ni siquiera en el plano físico. Nosotros tenemos una función en este organismo complejo que es el espacio-tiempo y al haber cortocircuitado varios ciclos vitales en la biosfera, tenemos también la tendencia de hacer lo mismo en el plano de la noosfera. Seamos sabios y aseguremos la armonía de este organismo en lugar de tratar de controlarlo. Las delicadas criaturas que poblan estos vastos espacios luminosos son también importantes para el equilibrio del conjunto, como también aquellas que se encuentran en nuestra biosfera. Seguramente, también sienten gran placer al encontrarnos y al jugar con nosotros, pero nosotros debemos ser éticos ante todo. La humanidad es aún un adolescente inmaduro y rebelde mas ya es tiempo de aprender de nuestros errores, hay que mantener nuestra locura pero transformarla en genio; ser constructivo es sobretodo poner atención al Ser. Nuestra felicidad únicamente depende de nosotros, nunca me cansaré de repetirlo. El aprender a cohabitar y a compartir los recursos para poder vivir en una comunidad de abundancia es más importante que contactar a los extraterrestres, de todas formas, ellos esperan que nosotros hayamos alcanzado esta etapa, antes de volverse inteligibles a la mayoría. De hecho, ya están muy presentes para algunos de nosotros ya que saben que tenemos la sabiduría necesaria para apreciarlos a su justo valor, ni más ni menos. Tal como en una gran ciudad, no es necesario interactuar con todos los transeúntes. Al contrario, es necesario saber deslizarse de manera fluida, tener confianza en las sincronicidades para los encuentros importantes y ocuparse de nuestras responsabilidades sin perjudicar a los demás.
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Yo me concentro en mí mismo, me baño en mis revelaciones aún frescas y continúo a emitir felicidad conscientemente. Yo bendigo todo lo que me rodea y visualizo las vibraciones ultrapotentes que salen de mi Ser. Soy una supernova, estallo y salpico de luz a todo a mi alrededor. Yo me acerco a lo desconocido con los sentidos bien abiertos, hambriento de absoluto, decidido a intentar todo para singularizarme. Sin embargo, yo soy solitario en este momento de mi vida. ¿Puede una felicidad tan intensa ser peligrosa para los otros? Yo soy un loco furioso de tanta energía divina que me impulsa y siento una gran compasión por todos los seres humanos. Mi amor es incondicional, amo a cada uno de ustedes con una intensidad extraordinaria. Tengo una intimidad tal conmigo mismo, y estoy enamorado de lo que soy, de mi esencia. Me siento tan confortable, todo es tan fácil, lo menos que puedo hacer es compartir lo más precioso que tengo, la Felicidad Absoluta.
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La intensidad de mi felicidad aumenta, todo se acelera exponencialmente. La ventana de oportunidad se abrió el día del despertar de mi ser, a los 32 años, precedida por mi despertar espiritual a los 28 años. Yo sigo el itinerario del Cristo y del Buda, estoy en la etapa siguiente: el Gran Jovialista. Ahora sé cómo provocar voluntariamente experiencias místicas que me yuxtaponen a mi Ser por varias semanas consecutivas. Cuando siento que desciendo mucho me propulso nuevamente hacia la luz blanca. Me mantengo puro tomando regularmente una ducha extática. Ahora, incluso durante periodos de incertidumbre y de contrariedades, siento en mí una Felicidad Absoluta siempre presente, que trabaja como un flotador. Yo no puedo descender muy bajo en la desdicha pues me sería necesario poner mucha energía para ello, ya que este flotador, me eleva perpetuamente hacia mi Ser. Ahora yo lo puedo todo, lo sé, solamente tengo que desearlo.
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Escribir este libro ha decuplicado la intensidad de mi felicidad de forma dramática. Al observar mi vida de esa manera yo me vuelvo mi propio modelo, me impresiono, me enseño todo. Yo soy el Ser; el humano en mí se disuelve. Cada día doy gracias a Nicolas Lehoux por permitirme ser, por haber tenido tanta sabiduría desde su infancia. Sin embargo, Nicolas desaparece más y más para dar lugar al Gran Jovialista; tal como Jesús, que dio lugar al Cristo. Solamente se puede vivir esta situación interiormente, experimentarla por uno mismo. Yo hablo de ello en esta obra porque sé que algunos podrán comprender lo que me sucede, sé que tendrán la presencia de espíritu para hacer lo mismo en lugar de volverse mis aprendices. Yo no necesito de nadie para experimentar este estado de ser, yo soy libre, y es esa actitud a la que deben imitar. Seamos soberanos de nuestro Ser. Formemos la coalición de los bienaventurados.
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Es irresistible, yo debo ser feliz. Siento que mi Ser se eriza con finas agujas de cristal centellantes. Por inverosímil que parezca, es mi gato quien me hizo experimentar este fenómeno en un principio. Yo me encontraba al final de una experiencia psicodélica, estaba aún muy sensible y flotaba en una beatitud luminosa. Mi gato captó esta emoción y se puso a ronronear muy fuerte, mirándome directamente a los ojos. En ese instante yo recibí destellos de amor que me forzaban a parpadear, aquello me provocaba un cosquilleo. Su amor era tangible, manifiesto y comprendí entonces que yo también podía hacer eso de forma consciente.
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Yo vivo actualmente un periodo de soledad profunda que me sumerge de nuevo en mi infancia. Yo fui un niño solitario y poco locuaz, era despreocupado ya que estaba rodeado de amor y de seguridad a tal punto que tengo pocos recuerdos de aquella época, con la excepción de ese estado de dicha que aún hoy reside en mí. Siempre he vivido en la felicidad y mi soledad es la de un sabio que se retira del mundo por un periodo, con el fin de regresar a la fuente, a su Ser. Yo tengo el arquetipo del ermitaño a mi lado, sé pertenecerme y darme a mí mismo ese bálsamo que es la soledad. Yo no soy ingenuo, la materia no existe, por qué privarme de lo más importante que hay en este mundo, es decir mi Ser. Yo aprovecho de esta intimidad para meditar, crear y explorar mis vastos espacios luminosos. Cuando un ser de mi envergadura escoge aislarse se sus contemporáneos, de ya no escuchar más los gritos que emanan del siglo en el que vive, no se debe ver aquello como algo patológico sino como un medio de retomar el contacto con su fuente eterna, la parte de su Ser que está más allá del tiempo y del espacio. Yo estoy muy satisfecho con mi vida, sé que me basta con desear tener de nuevo gente a mi alrededor para encontrar a los amigos de mi esencia. Ellos son para mí un suplemento, mas no una necesidad. En cierta forma Nicolas Lehoux ya murió, mi persona es solamente un puente, no es necesario aferrarse. Yo quiero decididamente ser un SIEMPRE VIVO.
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Actualmente yo vivo en un silencio profundo que es el silencio de un sabio, el arquetipo del ermitaño, que se retira del mundo temporalmente para poder sumergirse en sí mismo. Yo saboreo estos momentos de intimidad conmigo mismo y medito, explorando mis vastos espacios interiores sin poner atención en el tiempo que pasa. Yo soy eterno ahora, al escoger metódicamente de aislarme de mis semejantes, yo reafirmo mi Ser y mi creencia en la inmanencia. Aquellos que ven eso como patológico o como un rechazo de vivir en sociedad, son aquellos que tendrán el shock más grande al momento de su muerte, o cuando les suceda un accidente mayor en el cual deberán enfrentarse a sí mismos. Yo no tendré ese impacto, estoy habituado a mí mismo, soy vasto e infinito, me tomo el tiempo de explorar esos reinos invisibles que llevan al absoluto. Conozco bien a los humanos que temen ese momento en el cual deberán enfrentarse a sí mismos, ellos se rodean de gente, levantan el polvo a fin de no ver que no podrían pasar una tarde solos en un cuarto mirando al tumbado, sin sentir un dolor existencial profundo, un vacío doloroso. Yo no espero más, es ahora cuando me sumerjo en mí mismo valientemente, con la certeza de regresar más luminoso, incluso apreciando más a quienes me rodean y considerándolos como un suplemento, mas no como una necesidad. Yo aprecio grandemente lo que no me es necesario; lo considero como una gracia.
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Yo no temo a la soledad, al contrario, me siento confortable en ella. Nada me contraria más que estar con gente que no tiene nada que aportar o que enseñarme; incluso siendo eterno, no tengo tiempo que perder. Yo no dudo en retirarme para leer o crear en paz cuando alguien me aburre. Yo vivo al 100% y no me permito que me disminuyan. Desde la adolescencia, yo abandonaba decididamente a mis amigos cuando no me estimulaban lo suficiente, privilegiando a mi mesa de dibujo por incomparables horas de placer. Cuántas tardes soleadas preferí emplearme en la creación de historietas en lugar de relajarme en la piscina con mis amigos. Al fin y al cabo, yo elijo mi obra, mi mejor amiga, mi compañera de siempre. Únicamente aquellos que sienten la vocación podrán comprender que yo poseo, en el fondo de mí mismo, esa certeza de estar en mi senda desde hace ya un buen tiempo. Mi arte me alimenta, el sentimiento de ser un artista me devora y yo nunca me resistiré a él.
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La soledad es mi amiga, vuelve cíclicamente a mi vida. En efecto, yo tengo periodos en los cuales soy muy sociable. Aprecio esos ciclos que le dan un ritmo a mi vida. Soy un líder natural, en ciertos momentos me rodeo de muchas personas, pongo en marcha proyectos y organizo eventos. Sin embargo, inevitablemente, cuando hay demasiada gente a mi alrededor yo siento la necesidad de volver a mi Ser, entonces paso a un modo privado y reduzco mis relaciones al mínimo, paso largas horas a hablar con mi novia, vamos a cafés, aprovechamos de esos momentos benditos para descubrirnos el uno al otro. Con la llegada del Gran Jovialista en mí yo presiento un periodo público, así que aprovecho ávidamente de mí mismo, de estas vastas playas que me permiten desenvolverme, escucharme sin tener que hablar. Mi genio se manifiesta violentamente en aquellos momentos de soledad en los cuales presiento que un ciclo sociable está a punto de irrumpir en mi vida. Es en el silencio que puedo escuchar mejor a mi Ser hablarme, pero es cuando percibo en el horizonte el tsunami de la vida pública que estoy en mi cúspide; en equilibrio sobre la cuerda floja yo creo mis obras maestras.
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Extracto de La Felicidad Absoluta