Extracto de El Maestro Psicodelico
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Los alcaloides en las plantas, sobretodo en los compuestos alucinógenos como la psilocibina, la dimetiltriptamina (DMT) y la harmalina, podrían ser los factores químicos en la dieta de los proto-sapiens, que han catalizado el surgimiento de la reflexión en el ser humano. – Terence McKenna
Los psicodélicos son acertadamente considerados como Manjar de los Dioses. Por ejemplo, el uso de los hongos alucinógenos data desde hace más de 3.500 años, ya que formaban parte de los rituales religiosos de los aztecas en México. Eran llamados La carne de Dios, puesto que su consumo suponía dar poderes religiosos supremos y visiones del futuro. Además, encontramos a los enteógenos evocados en los más antiguos libros sagrados, ya sea que uno apunte a los Vedas o a la Biblia, todos contienen indicaciones sutiles que nos ponen en el camino de los psicodélicos.
Así como las frutas y legumbres alimentan el cuerpo físico, los psicodélicos alimentan el cuerpo sutil, le dan fuerza, vigor y sabiduría. Activan los circuitos sutiles del cerebro, aún latentes en la mayoría de humanos. Los enteógenos son efectivamente alimentos nutritivos, ricos y gratuitos, que Gaia nos brinda para ayudarnos a adquirir – y a mantener – nuestra salud psíquica y a ser más conscientes. La experiencia es palpable, uno siente la savia subir por los nadis, es decir, los canales por los cuales las energías del cuerpo sutil fluyen, saturados por la luz gracias a un proceso alquímico milagroso. Con una exitosa experiencia psicodélica uno alcanza no solamente la saciedad, sino que uno ya no siente la necesidad de volverlos a tomar – sin ánimo de ofender a los que tontamente creen que los psicodélicos crean una adicción. Por otra parte, aquellos que se las ingenian para convencernos de que los psicodélicos son peligrosos son los mismos que nos venden y que incluso consumen, alimentos modificados genéticamente y comida chatarra. Son también ellos quienes se encargan de hacer el mercadeo de medicamentos, con los cuales se aseguran de que siempre estemos enfermos, ansiosos, fuera de nuestra divinidad interior, por medio de un sueño letárgico sin esperanza. Es así, muy lucrativo para ellos el sembrar la confusión y el temor, ya que de esa forma es más fácil dominarnos, cuando estamos débiles y enfermos.
En una sociedad de comida chatarra, de alimentos congelados y modificados genéticamente, es fácil comprender porqué los psicodélicos aún no son apreciados a su justo valor. Nuestros hábitos alimenticios han cambiado radicalmente desde el comienzo de la era industrial, y no necesariamente para lo mejor, los humanos actualmente apenas llegan a alimentar su cuerpo físico. Engullen lo que sea y cuando sea, sin poner atención en los ingredientes que componen los productos que compran. Sin embargo, aplican esta misma dieta en el nivel sutil al no desarrollar su intuición ni su creatividad, al no poner atención en sus sueños y al anestesiarse con píldoras recomendadas por sus doctores, psiquiatras y por la publicidad. Se dirigen pasivamente hacia la Iglesia para recibir el alimento espiritual que arduamente desean, pero la religión se ha convertido en la comida chatarra del alma. Tal como la harina blanca, que no contiene ningún nutrimento ni vitaminas, la religión puesta en servicio por la Iglesia, no es sino un alimento superglucídico que no hace más que llenar el estómago sin nutrir al organismo.
Antes de la aparición de la política y de la religión, el uso ceremonial de psicodélicos era algo común, ya que por medio de tales prácticas nuestros ancestros tenían libre acceso a los niveles transpersonal, divino, cósmico, a la dimensión sagrada del ser, ya que sus visiones daban un sentido a sus vidas. No existía un intermediario entre ellos y Dios; sabían comer los frutos de la sabiduría para ser Dios. Pero, la Iglesia reemplazó audazmente los enteógenos utilizados durante las ceremonias sagradas por el alcohol – el vino de misa. No fue necesario esperar mucho para que el pueblo pierda este acceso personal y directo a lo divino y para que se pongan de rodillas ante los pontífices – del latín pontifex – término que significa etimológicamente “que hace el puente” (entre los dioses y los humanos). Un ejército de monjes se aplicó a la trascripción de las escrituras, y también a censurar y a cambiar palabras clave que habrían permitido a los profanos despertarse a su verdadera naturaleza. Sobre este tema, es muy evocador que la Banisteriopsis Caapi, el ingrediente de la ayahuasca que contiene DMT, sea comúnmente llamada la viña divina o la viña espíritu.
Es interesante el releer los textos sagrados con atención y con cuidado para poder leer entre líneas. El Antiguo Testamento hace referencia al maná celeste, supuestamente el pan que caía del cielo cada mañana. El creyente debía comerlo sin guardarlo para el día siguiente, como un signo de su fe en Dios, de lo contrario el maná se corrompía. Pero se dice que cuando los hebreos comían de ese pan, tenían visiones, y que podían ver la Gloria de Dios. También tenían visiones colectivas de nubarrones y de luces en el cielo, que les daban el coraje y la inspiración divina necesarios durante la travesía del desierto. Aquello evoca la presencia del hongo mágico ya que, para quienes conocen algo de micología, saben que no se puede guardar los hongos frescos durante mucho tiempo sin que se pudran, a menos de que se les haga secar rápidamente. Al ser el desierto uno de los lugares donde más crecen los psicodélicos, es comprensible el porqué los hebreos tardaron 40 años en cruzarlo.
El saberse alimentar de forma inteligente en todos los niveles es vital. Es bueno en este sentido preguntarse a quién beneficia la prohibición, ya que la propaganda y la desinformación del aparato manipulador plutocrático contaminan el dominio de los psicodélicos… y de la alimentación. Nosotros debemos concientizar y solicitar de forma masiva que los psicodélicos sean otra vez accesibles con el fin de hacerlos nuevamente parte de nuestra dieta. El ejemplo de Walmart, que hoy en día ofrece alimentos biológicos, a pedido de sus clientes, es una buena solución. Pedid y se os dará. Mas los capitalistas no conocen la ética; ellos quieren dinero, mucho dinero, y si nosotros creamos la demanda por los psicodélicos ellos seguramente sabrán satisfacerla. Si boicoteamos de forma masiva la industria alimenticia, que nos alimenta sin poner atención en nuestra salud, no tendrán otra opción que la de inclinarse ante nuestras exigencias o quebrar.
El refrán “dime lo que comes y te diré quién eres” podría ser reemplazado por “dime que drogas consumes y te diré quién eres”. En efecto, los psicodélicos han atraído mi atención hacia los pequeños detalles que, por sus incesantes repeticiones, pueden terminar por perjudicar a mi bienestar y a mi felicidad. Es por eso que me he vuelto más crítico ante lo que yo pongo en mi interior, ya que al comer de forma consciente yo me siento energéticamente nutrido, vibratoriamente elevado con cada bocado. Gracias a los enteógenos he cambiado radicalmente, me he reequilibrado, he comprendido que mi cuerpo es el templo sagrado en el cual reside mi ser. Al mantenerlo puro y luminoso, me es fácil ser feliz, ligero y realizado, porque al cambiarme a mí mismo yo cambio al mundo… al comer el Manjar de los Dioses yo he recordado que soy Dios. Querido amigo, usted es una luz pensante. Bienvenido a la mesa del Maestro Psicodélico para un banquete suculento que le volverá inteligible a sí mismo.
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Extracto de El Maestro Psicodelico