Extracto de El Maestro Psicodelico
.
Yo pienso que, al ser utilizados de una forma madura y responsable, los enteógenos sirven de intermediarios para acceder a la dimensión numinosa de la existencia, tienen un gran potencial sanador y transformador, y representan una herramienta muy importante para el desarrollo espiritual. – Stanislav Grof
El sentir en qué momento es mejor tomar una pausa con el fin de no lastimarse o tropezar, es un arte que todo psiconauta digno de tal nombre debe dominar. Aquello se aplica en lo que respecta la utilización de drogas como en cualquier otro campo. De hecho, la experimentación requiere intuición, vigilancia, escucha y responsabilidad. De nada sirve traumatizarse a tal punto de ya no estar en la capacidad de continuar sus experimentaciones. Los alcohólicos que ya no beben ni una gota de alcohol en sus vidas, o los acidheads que terminan internados en el hospital psiquiátrico, se privan de un placer sano porque no supieron cuando parar. ¡Cómo es bueno el degustar una copa de vino o el participar en una ceremonia psicodélica entre amigos! Es necesario investir de conciencia nuestras investigaciones, sobretodo dentro de un campo potencialmente peligroso como el de los enteógenos. Cuando yo escucho esta voz que me dice que me detenga, yo respeto este reloj natural que marca el ritmo de mis experimentaciones; yo modero mis pulsiones, las estudio, las escruto para poder comprenderlas bien. Tomo conciencia de cada uno de mis pasos al mantenerme al acecho cual leopardo.
Los psicodélicos son aliados y profesores, difícilmente se convierten en una muleta, ya que hacen ver la realidad tal cual y enseñan a no tener necesidad de ellos. Nos advierten si la forma o la frecuencia con la cual los utilizamos no nos benefician. Aquellos que comprenden el mensaje son inteligentes… los otros son kamikazes que terminarán en el hospital psiquiátrico o maltrechos: flotando en el aire como un globo inflado con helio retenido por una delgada cuerda, que amenaza todo el tiempo con romperse.
El vigésimo siglo ha visto nacer una variedad muy grande de psicodélicos. El crecimiento de su número se acelera exponencialmente: nosotros estamos activando una nueva parte del programa contenido en nuestro ADN para fundar una nueva civilización. Todo se da rápido… pero eso no es un motivo para quemarse. Hoy en día es fácil encontrar cualquier tipo de drogas y consumir dosis masivas de las cuales pocos humanos han sido expuestos hasta ahora.
El ejemplo del tabaco es muy evocador. Las culturas indígenas lo consideran como una planta sagrada y lo utilizan durante ceremonias psicodélicas para garantizar un lazo entre el mundo de los espíritus y el nuestro. Los fumadores compulsivos de la actualidad no tienen idea de aquello, ya que la calidad de la experiencia les importa poco debido a que fuman nerviosamente sin poner atención a su frenético movimiento autodestructivo. Aquellos que quieren impedirnos de saborear el tabaco, o cualquier otra sustancia, son por lo general, aquellos que por su grosería no saben cuándo parar. Creen así, por su propia proyección, que todos somos como ellos y hacen que su deber sea el imponernos su debilidad. Además, los gobiernos encarecen el tabaco al pretender que mata o que da cáncer, mientras que de hecho son los miles de productos químicos añadidos al tabaco los que en verdad causan los daños. ¿Moría de cáncer el ser humano que fumaba tabaco desde tiempos inmemoriales? Felizmente, muchos comienzan a abrir sus ojos y ahora se puede encontrar en las tiendas cigarrillos que contienen tabaco puro, sin aditivos – por fin, ya era hora. A veces, yo compro un paquete de esos cigarrillos y fumo uno o dos por día, luego dejo de fumar por algunos meses. Nunca seré un fumador compulsivo; no veo porqué me asquearía del tabaquismo hasta el punto de nunca más fumar. Me encanta fumar en el verano en mi patio trasero, con amigos o mientras escribo. No deseo privarme de estos pequeños placeres que me inspiran. Yo aplico esa misma filosofía con los psicodélicos.
Hoy en día, la temeridad de los utilizadores de drogas duras con frecuencia va de la mano con su ignorancia. Por otra parte, los chamanes reciben una enseñanza exhaustiva y rigurosa que se transmite de generación en generación y ese saber ancestral es una herramienta fundamental que los jóvenes psiconautas definitivamente no poseen. Actualmente, cualquiera puede fácilmente administrarse una súper dosis de droga y muchos de esos kamikazes van demasiado lejos, demasiado rápido. El único camino de regreso que se ofrece a ellos es un lavado de estómago que se les hará en el hospital; uno de los peores lugares para tener una experiencia psicodélica.
Nunca antes en la historia de los enteógenos, dosis tan masivas como aquellas tomadas por los hippies, habían sido experimentadas. Las fronteras del mundo invisible fueron impulsadas de forma dramática y muchos de ellos han perdido algunas plumas por falta de referencias y de información pertinente acerca del sujeto. Otros, recurrieron a grandes maestros espirituales de la India para enterarse de que los psicodélicos efectivamente daban lugar a los niveles sutiles, pero sin modo de empleo ni boya salvavidas. Los años 60 han visto una explosión de una espiritualidad ligada a la llegada del LSD-25 en el mercado negro, en las universidades y en la cultura underground. Aquello ha creado una ósmosis entre el oriente y el occidente, cada uno poseyendo respectivamente respuestas a las preguntas del otro. Posteriormente, varios de esos acidheads que “tuvieron viajes” en la época de Woodstock, han buscado otros métodos para poder nuevamente alcanzar el éxtasis, cuando la prohibición se volvió salvaje.
Yo nunca he tenido un mal viaje ni tampoco he necesitado de un terapeuta o de un chamán. En efecto, ya existía en mí el saber y la sabiduría necesarios para llegar a maniobrar a través de los estados psicodélicos. Yo poseo una gran velocidad intelectual que me permite comprender lo que me sucede y aquello me ayuda a transmitir la belleza sublime, la cual he podido experimentar durante mis trances visionarios. Mi amor por el arte es pasional, es suficiente para mantenerme fijado en esta realidad. Yo sé cómo ir demasiado lejos y regresar con nuevas ideas, que utilizo de inmediato en mi vida en sociedad y en mi arte. Nunca he tenido problemas irresolubles y mi felicidad siempre me ha guiado como una luz al poner en mi camino a los amigos de mi esencia, sin embargo, me doy cuenta actualmente hasta qué punto soy diferente de la mayoría y me felicito por haber partido de esa forma a la aventura, con una confianza indefectible en mi éxito; ya que tengo en mí mismo todo el conocimiento y habilidades relacionadas a la labor psicodélica.
.
Extracto de El Maestro Psicodelico