Extracto de La Felicidad Absoluta
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El escoger mis modelos es de una importancia capital. Un ser solo obtiene lo que se le parece, por eso yo escojo a quien me quiero parecer. Yo he sido meticuloso en leer la biografía de los grandes genios y sabios con el fin de delimitar bien cómo vivieron. Yo no escucho el consejo de mediocres e ignorantes que no pueden guiarse ni a sí mismos. ¿Cómo podrían pretender aconsejarme? Si yo los escucho, no hago nada más que disminuirme y pasar al lado de mi Ser. Es también por medio de mis modelos que comprendí que el poliamor es sano, que me es posible estar enamorado de varias mujeres sin caer en el egoísmo. Me es muy difícil el justificarme ante aquellos quienes no tienen la suficiente cultura para conocer mis modelos. Son a esos modelos a quienes todos deberían escuchar, mas no a la masa ignorante, asfixiada por la moral.
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Cocinar me pone feliz, en especial si sé que no seré el único que comerá los platos que cocino con amor. Lo que yo como refleja cómo pienso. Es allí que el poder de la intención cobra todo su sentido. De hecho, el mismo alimento, pero preparado con la intención de hacer bien y de proporcionar placer, es transformado por un proceso alquímico sutil. Si a eso le añado el hecho de compartir la comida con gente que amo, obtengo una ceremonia digna de la última cena del Cristo. El percibir de esa forma el acto de comer, como una práctica del ser que sobrepasa grandemente al nivel físico, es la forma más segura de permanecer en un estado de beatitud sublime por hasta varias horas después de la comida.
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Yo estudié nutrición tanto como estudié filosofía. Aprendí a cocinar platos de varias culturas, fui vegano durante un año, me aseguré que lo que como es favorable para mi grupo sanguíneo y he descubierto finalmente, gracias al autor Michel Motignac, un medio de mantenerme delgado. Me gusta investir de inteligencia todo lo que hago, incluido el arte de alimentarme. El comer bien favorece a mi felicidad; yo dejo entrar algo en mí, lo incorporo, si la vibración es positiva eso me acrecienta, permite la trascendencia. Como en la ceremonia del té tradicional, la atención que pongo en los detalles, la presentación, los colores, son todos caminos que llevan a la iluminación.
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Yo como una comida consistente tres veces al día y hago de esos momentos un acto sagrado que me aproxima a mi Ser. Yo me alimento de buena comida en el momento adecuado, soy atento a mis deseos ya que me llevan hacia la Felicidad Absoluta. Comer puede ser orgásmico de tan intenso que puede ser el placer en ocasiones. Yo puedo así dejarme llevar por esta sublime sensación y transformarla en éxtasis. Al ser la realidad inmanente, es como si me comiese a mí mismo, es por eso que yo no preconizo el vegetarianismo o el veganismo. Mientras yo me respete y me ame a mí mismo, comer carne no causa ningún problema, y si comer un bistec me pone feliz, yo contribuyo de esa forma al bienestar del cosmos.
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Tal como los preámbulos amorosos previos al acto sexual, la preparación de alimentos juega un rol muy importante que me lleva al placer. ¿Es una casualidad que en una sociedad de comida rápida como la nuestra las personas sean tan desdichadas e insatisfechas? La comida en Norteamérica contiene tanto veneno y productos nefastos para el organismo y el medio ambiente, que no me sorprende el hecho de que el ciudadano típico sea tan enfermo y alérgico. Las enfermedades son, en primera instancia, espirituales, y después se manifiestan físicamente como último recurso. Yo me alimento de comida que alimenta mi espíritu y mi alma, no solamente mi cuerpo físico. Las personas más espirituales que conozco son aquellas que ponen atención a su alimentación, que saben integrarla a su práctica espiritual. Yo como poco pero consumo un alimento más rico para poder estar satisfecho. Auque es invisible, la intención es el ingrediente más importante de una comida.
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Yo me concentro en el camino, mas no en el objetivo y así me mantengo en un estado de despertar. Lo más importante es la forma en la que camino. Yo he elegido ser bueno con todos y en todo momento. Habría podido escoger otra cualidad, como la generosidad, el perdón, la gentileza, la humildad, pero escogí la bondad. De todas formas, si me invisto totalmente en el instante presente, todos los caminos llevan a la iluminación. En un principio, eso me requería esfuerzo y voluntad, pero con el tiempo se volvió un reflejo. Yo me sorprendo al reaccionar bondadosamente, incluso con las personas que me desean el mal. Tengo que decir que tuve un buen profesor desde mi tierna infancia. Mi madre es la bondad misma, nunca le escuché criticar o hablar mal de alguien. Al tener una persona modelo tan cercana, es fácil para mí inspirarme en ella, mirarla actuar ante diferentes situaciones. Y, si a veces eso se me escapa, puedo siempre aplicarme a mí mismo mi propio método. El ser bueno con todos implica ante nada el serlo consigo mismo.
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Mi bondad es enternecedora para mis enemigos. No esperan una reacción tal ante una agresión. Raramente me encolerizo, yo soy de naturaleza calma y pacífica. Cuando alguien me insulta o me ataca yo respondo por medio de afirmaciones positivas como: te deseo lo mejor. Aquello neutraliza la situación y fuerza a mi asaltante a comprender que yo no me uniré a su fiesta, al menos no a la que ha previsto. Pocas personas logran alcanzarme; he integrado el principio de la proyección y puedo servirme del mismo para regresar la energía negativa contra la persona que me la envía, para su gran sorpresa. Es cómico ver el proceso interno de mi asaltante pintarse en su rostro cuando se da cuenta que todo lo que me reprocha son sus propios defectos. En general, eso basta para hacerles huir o en mejores casos, en convertirles en mis amigos, ya que soy el primero en reaccionar de esa forma con ellos. Es desestabilizante, para alguien que se espera una reacción diferente, el recibir en su lugar bondad. Cada vez que este truco funciona me siento sabio y amo de mí mismo. Yo continúo siendo ético sin importar la situación. Aquello no implica el no defenderme en caso de ataque. Tengo también un buen juicio; ese truco no funciona con todos, pero al estar en armonía, evito ese tipo de situaciones al estar en otros lugares.
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Al poco tiempo después de haber tenido mis primeras experiencias místicas dejé de hacer música profesionalmente. Con el propósito de renovarme artísticamente, yo había comenzado una carrera en la música cinco años atrás. Alcanzar el éxtasis de esa forma y ser guiado por Miles Davis hacia un nivel vibratorio musical tuvo un efecto devastador en mí; a pesar de muchos intentos para expresar esa música tan sutil que había experimentado, me tuve que replegar en la forma de arte con la cual podía lograrlo. Es en aquella época que comencé a pintar mándalas y dejé de hacer música. Tan solo cuatro años más tarde, después de mi investigación sobre la conciencia y una asidua práctica de meditación, la música volvió a mi vida de una manera insospechada. Después de dos experiencias psicodélicas yo me encontraba en un estado de una poderosa hiperfelicidad. Espontáneamente, saqué mi guitarra y luego iba diariamente al parque Lafontaine para cantar y tomar el sol, así como también para ver a las mujeres hermosas bronceándose. De esa forma podía mantenerme en el estado activado por los hongos mágicos. Es también en ese entonces que frecuentaba un estudio de yoga, y ¡cuál fue mi sorpresa cuando vi al profesor utilizar una guitarra para acompañar el canto de los mantras! En ese momento, se me prendió el foco y comprendí que lo que había hecho instintivamente era comparable a cantar mantras. Es por eso que pude mantenerme en un estado de éxtasis durante dos meses gracias a mi música; había finalmente comprendido cómo expresar la música tan sutil que había experimentado cuatro años atrás. Mi repertorio en ese entonces incluía solamente mis más positivas y constructivas composiciones, así como también interpretaciones de canciones de Bob Marley, Bob Dylan, Paul Piché, con temas tales como el amor y la felicidad. Una guitarra acústica emite una vibración poderosa en todo el cuerpo y sobretodo en el nivel del chakrá del plexo solar, y el canto hace también vibrar al Ser por completo. Hoy en día, cuando quiero aumentar mi vibración, me basta con interpretar algunas canciones bien escogidas para elevarme enseguida en un estado de bienestar impregnado de felicidad.
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La música emite una vibración propicia para cambiar o influenciar mi estado de ser. Yo escojo metódicamente la música que escucho; siempre debe elevarme. Yo eliminé de mi biblioteca musical a todos los grupos o compositores que me disminuían o afectaban negativamente, ya sea por la letra o por la música. Yo no escucho la radio comercial por la misma razón por la cual no miro la televisión. Las frecuencias utilizadas en la publicidad tienen un efecto tan negativo sobre mi vibración, que no las puedo tolerar y su nivel intelectual es tan bajo que me ofende. Ni siquiera mencionaré el nivel vibratorio de la música comercial, por ser tan insípido. Yo escojo autores que, por su genio, saben elevarme a las altas esferas de la conciencia, como: Chopin, Miles Davis, Beethoven, o música que me pone feliz. Me gusta el flamenco que, a pesar de sus evocaciones de dolor, llega a trascenderlo y a transportarme a lo sublime. Todo en mi vida es escogido en función de mantenerme en un estado de felicidad constante y poderosa. En mi opinión, un artista es alguien que logra trascender su dolor, para que así la belleza que genera sea benéfica para la comunidad. En la era de guerreros y curadores que está por llegar, aquellos que no contribuyan a la felicidad de la comunidad serán severamente reprendidos. La música es una herramienta poderosa de cambio; una canción puede activar una revolución o llevar a la iluminación.
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