Extracto de La Felicidad Absoluta
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Me basta con pensar siempre en algo para que se manifieste en mi vida. Yo pongo una atención sostenida en mis pensamientos y en las palabras que utilizo para expresarlos. En general, yo respondo “feliz” en lugar de “bien”, a la famosa pregunta de introducción “¿Cómo te va?”. Aquello provoca sorpresa y lleva a mi interlocutor a reflexionar sobre su propio estado de ser. Decir “Yo deseo eso” es muy diferente de decir “Yo necesito eso”. Todo es cuestión de vibración. También he dejado de disculparme ya que, de todas formas, el 99% de las veces ni siquiera “lo siento”. Un guerrero no comete errores así que nunca se excusa ya que asume sus actos. Cada vez que estoy a punto de disculparme, hago una pausa, y me pregunto si me puedo expresarme de otra forma. El poder del pensamiento es evidente; me basta con pensar en algo para que una serie de sincronicidades se manifiesten en mi vida.
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A mí me gusta complacerme. Mis placeres son muy diferentes de aquellos de la mayoría. Yo no me ofendo por la opinión de los otros. Lo que es inmoral en una época se vuelve aceptable en otra, por lo que, el seguir las tendencias es el medio más seguro para tener un dolor de cabeza existencial. Yo utilizo substancias psicodélicas que, desde los años 60, se volvieron ilegales, a pesar del hecho de ser nuestros aliados desde tiempos ancestrales. La sexualidad es aún ensombrecida por tabúes que harían perder la erección incluso al más vigoroso de los amantes. A mí me gusta hablar de la muerte, el tabú más grande. Es cuando estamos vivos que hay que hablar de la muerte. Los tabúes son solo una forma de opresión para mantener a la comunidad en la ignorancia. El satisfacer mis deseos es de importancia capital para mí, ya que me guían hacia la Felicidad Absoluta… opuestamente a la moral pudibunda. En mis elecciones de vida solamente la ética decide realmente mis actos.
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El placer es el camino sagrado hacia la Felicidad Absoluta. Si dejo de fijarme en el objetivo y me concentro en el camino, la diferencia entre ambos deja de existir. Incluso al cepillarme el cabello, si este acto es investido de mi Ser, puede llevarme al nirvana. El placer toma un gran lugar en mi vida, los placeres simples así como los más elaborados, son iguales oportunidades para posarme con ambos pies en el instante presente, jugar, y divertirme. Gracias a la tecnología que me libera de las tareas rutinarias y embrutecedoras, y puesto a que sé tan bien cómo distraerme, estoy adaptado a la comunidad de distracciones que se establece en mí. Sin tener un empleo serio, yo ocupo las numerosas horas disponibles que tengo cada día. Si no llego a divertirme al trabajar en mi obra, me puedo volver loco o neurótico, ya que no tengo a nadie más que a mí mismo para traerme de vuelta al orden. El saber darme placer es primordial.
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Cuando siento el momento adecuado para hacer un cambio mayor en mi vida yo desencadeno el proceso y confío en mí. Un periodo de reajuste es inevitable, puedo perder el control, pero el caos es regenerador y natural. Yo no dudo ni doy media vuelta a pesar de los residuos que me lastiman pues el sistema volverá a encontrar, tarde o temprano, su equilibrio. Yo soy parte del poliamor y deseo tener varias amantes al mismo tiempo. Después de nueve años de vida en convivencia con mi novia, un equilibrio sutil se instaló en mí, y el deseo de introducir una nueva variable anuncia un periodo de balotaje intenso. Yo me he preguntado acerca de ello en muchas ocasiones y sé que es de ese modo que seré más armonioso. Entonces, yo arremeto mientras me mantengo ético; es mi forma de vivir. Debido a que mi intención es impecable y centrada en la Felicidad Absoluta, tengo la certeza que cuando el sistema encuentre su equilibrio, yo estaré rodeado de amigas de mi esencia. Yo tomo riesgos y sé asumir las consecuencias con coraje. Es la vía del guerrero.
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Yo soy muy atento a los patrones que se dan en mi vida. Al escoger este cuerpo yo me he dado una serie de indicaciones para poder acordarme de la armonía que me es inherente. Por ejemplo, yo quiero tener dos novias al mismo tiempo. Yo encuentro este modelo a través de mi vida, en efecto, tengo dos hermanas biológicas y mi novia tiene un hermano y una hermana. También tenemos tres gatos, uno macho y dos hembras. Esta trinidad es armoniosa para mí y es preferible que yo siga esas indicaciones con el fin de preservar la armonía subyacente que siempre me ha permitido ser feliz. Asimismo, mi nombre evoca el mito de Papá Noel (San Nicolás) y mi apellido refuerza esta indicación (Lehoux o “le houx”, que en francés significa el árbol navideño llamado “Acebo”). En un próximo libro elucidaré en detalle este enigma no poco sorprendente. Yo hago que la realidad me sea inteligible, la descifro, es un código sagrado que se muestra elegantemente. Yo me leo a mí mismo en una estructura abismada increíble. Yo tengo confianza; confío en este oficio que me he dado.
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Yo soy temerario e idealista. Yo juego el todo por el todo pues no tengo nada que perder. Cada vez que me lanzo al vacío enloquezco y mi genio relumbra. Y, si algún día me caigo, sin duda he de levantarme, pero aquello aún no me ha ocurrido así que no me preocupo de eso. La mayoría del tiempo me sorprende ver que, lo que yo me esperaba, no se produce tal cual lo pensé, sino que es más bien reemplazado por sorpresas inesperadas que me toman al desprovisto y que me exaltan de alegría. Una visita sorpresa, un desenlace inesperado, me prueban que al atreverme a tomar la iniciativa desencadeno una vasta mecánica invisible que sobrepasa mi entendimiento. El sistema se reorganiza alrededor de mis deseos, siempre hay un equilibrio metafísico que retoma su lugar, el universo aborrece al vacío y se apura en llenarlo. Yo juego con ese principio de la física y permanezco decididamente audaz.
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Todo se encuentra en el arte de ser atrevido, de tomar riesgos utilizando mi inteligencia y la fineza de mi juicio. Yo me anclo sólidamente en mi visión y arremeto con la cabeza hacia abajo como un toro. Mis visiones son tan intensas y arracionales, que pocas personas comprenden su fundamento, pero eso no me impide continuar. He aprendido a expresarlas por medio de la metafísica, pero la mayor parte de ellas va más allá del lenguaje, y solamente los intuitivos pueden seguirme tan lejos ya que no necesitan comprender todo. De todas formas, es imposible comprender todo. Sin embargo, es posible saber todo ya que el saber es inmanente y accesible a todos. Es el saber lo que me guía ya que se origina de una parte más profunda de mi ser, donde la claridad reina. Para poder ser tan temerario, debo estar en contacto con este saber que sobrepasa mi nivel mental, y dejarme guiar por mi Ser.
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Siempre he seguido mis deseos, mis padres siempre me dieron una gran libertad, aunque yo no era consciente de ello. Es a partir del momento en el cual comencé a estudiar las religiones y las filosofías orientales cuando una duda entró en mí. Los deseos son reprimidos, se sugiere cerrar la mente, matar al ego, no tener sexo, no sucumbir a los deseos, etc. Aunque eso funcione para algunos, también es posible abrir la mente, estar a la escucha de nuestros deseos, experimentar sus reinos infinitos o yuxtaponer el ego al Ser con el objeto de alcanzar el despertar. La realidad es paradójica; lo que funciona para uno puede perjudicar seriamente a otro. Yo utilizo las filosofías orientales y occidentales como yo utilizo los dos hemisferios de mi cerebro. Para vivir en una comunidad, tal como yo la concibo, es necesario mantenerse en contacto, esa es la razón por la cual he decido seguir conscientemente mis deseos sin importunarme con todos esos yoguis que cierran su nivel mental y huyen de las mujeres. Incluso tengo la tendencia de alentarles, es para mí una ventaja, ya que así habrán más mujeres solteras. Las mujeres me estimulan de sobremanera, gracias a su coquetería y a su intuición fenomenal, son mis mejores profesoras y aliadas. Yo contrapongo al vacío con lo lleno y de esa forma, colmado de mí mismo, yo vivo en la abundancia, yo soy Dios, yo desbordo felicidad en el calor de los brazos de mis amadas.
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Para seguir mis más locos deseos sin arriesgar a lastimarme, yo me mantengo atento a mi Ser. Tengo deseos demasiado incomprensibles y descabellados que, en ocasiones, temo un contragolpe. Mi persona es a menudo incapaz de ver las relaciones acausales, no lineales, que activan algunos de mis deseos. Al satisfacerlos, yo cambio la realidad a mi alrededor y eso crea reacciones en cadena increíbles y virajes insospechados. Cuando mi novia y yo decidimos abrir nuestra relación de pareja perdimos amigos. Para nuestra gran sorpresa, el simple hecho de darnos una entera libertad provocó reacciones violentas en una pareja de amigos que frecuentábamos y yo tuve que cortar mis lazos con otro amigo, ya que no podía integrarse a esta apertura que cortocircuitaba su pensamiento, a tal punto de volverlo intolerable. Sin embargo, nunca me arrepentí de tomar esa decisión ya que esos amigos ya no eran propicios para mi felicidad y solo la expresión de mis deseos me permitió ver claramente la situación.
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Yo me deshago de aquello que ya no necesito, no obstaculizo mi vida con cosas o personas que ya no tienen un lugar en ella, ya que ellos quieren tomar el lugar de otras personas o cosas. El universo aborrece al vacío, así que cuando libero espacio yo doy lugar a la novedad, a lo imprevisto. Todo me es prestado temporalmente, incluso mi cuerpo. Si ya no necesito algo lo doy y, cuando soy yo quien lo necesito, tengo la certeza de encontrarlo en mi camino. Yo comprendo que lo único que me llevaré cuando muera es mi Ser y por eso me habitúo, desde ahora, y no me apego a la materia ya que no existe. Nada falta en este planeta, es posible tener una comunidad de abundancia. Yo no me aferro al pasado y no deposito nada fuera del alcance de aquellos que en verdad lo necesitan. Yo doy generosamente y vivo en la abundancia.
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