Aquellos de inteligencia superior no son personas fáciles. No espere ninguna gratitud de su parte. Ayúdeles… y ocúpese de sus propios asuntos. Un genio es receloso, susceptible, a menudo desequilibrado, anárquico, descontento… pero creador. – André Moreau
Los Agentes de Inteligencia son seres de excepción. Al ser así, cuestionan las creencias y los lugares comunes de su época. Cuestionan a la autoridad y piensan por sí mismos. Aquellos grandes instructores son como ladrillos lanzados a la ventana de la vieja civilización. Esparcen una luz a su alrededor, que ponen con frecuencia en jaque, a nuestra sociedad materialista. Estos no conformistas de primera se rehúsan a inclinarse ante la ley general y están listos a ser sacrificados por la verdad.
Quienes aprecian mi filosofía querrán, con certeza, conocer a los Agentes de Inteligencia que la han impregnado, moldeado, y que, en el caso de algunos, han participado activamente en su puesta al mundo. En este capítulo me gustaría detenerme en aquellos que han tenido un impacto mayor en el mapa de la realidad que yo me he trazado. Gracias a su sabiduría, su temeridad, su inteligencia, y su creatividad, estos profesores me han sabido guiar durante mi experimentación con los psicodélicos… y con mi conciencia.
Tres pilares principales apoyan mi filosofía: Timothy Leary, Ken Wilber y André Moreau. He ahí la trinidad sagrada de mi panteón personal. Los tres juntos crean un equilibrio sutil que me ayuda a mantenerme sano y a comprenderme. Otros seres excepcionales les siguen de cerca y añaden sutiles sabores y colores a mi filosofía: John Lilly, Terence McKenna, Alexander y Ann Shulgin, Carlos Castaneda, Alex Grey y Stanislav Grof.
Aquí me contentaré con dar mis más fuertes impresiones personales en relación a cada uno de ellos. Esta lista no es exhaustiva, ya que muchos otros pensadores dignos de mención, también han caminado conmigo en la senda de la verdad. Los pasaré por alto con el objeto de mantener este capítulo breve y pertinente.
Timothy Leary
Timothy Leary (1920-1996), también conocido como el Papa del LSD, fue un psicólogo estadounidense, escritor y militante a favor de la utilización científica de las drogas. Es el más célebre partidario de los beneficios terapéuticos y espirituales del LSD. Durante los años sesenta, fue él quien creó y popularizó el eslogan “Turn on, tune in, drop out”, sinónimo de protesta y liberación.
El llamado hacia las altas esferas del psicodelismo me fue enviado por Timothy Leary. Su libro Flashbacks tuvo en mí el efecto de una bomba. Yo explotaba en ese entonces con una violencia creadora y liberadora, frecuentando por fin un ser de una velocidad intelectual tan poderosa como para poder estimularme. Timothy Leary es mi partero espiritual. Él me enseñó a abrir las puertas de la percepción, a navegar inteligentemente a través de mis experiencias psicodélicas, a ser Dios sin complejos, a no temer ser mí mismo y a asumir la verdad… a cualquier precio. Me gusta su temeridad, su trayectoria, sus ideas, su humor y su inteligencia.
A los 28 años ya había leído prácticamente toda su obra. Tim se había vuelto para mí un amigo íntimo, una luz en la oscuridad espiritual en la cual yo estaba confinado por mi falta de experiencia tangible. Es en esa época, durante mi primera verdadera experiencia psicodélica con LSD, que yo entraba en comunión con él por algunas horas. De ese modo, Tim se imprimió en mí y yo lo integré a mi personalidad como un amigo de mi esencia.
También, él estuvo a mi lado durante mi despertar espiritual. En ese momento yo terminaba de leer The Psychedelic Experience y me encontraba en un estado de gran receptividad, cuando Tim se me apareció durante un trance provocado por el cactus San Pedro; él estaba ahí y su cara superpuesta en el sol me sonreía y me invitaba a la luz. Yo me dirigía hacia él antes de entrar en un éxtasis. Posteriormente, le encontré nuevamente en una nueva experiencia psicodélica en la cual me felicitó por mis exploraciones de lugares sutiles, que pocos humanos han visitado hasta hoy en día. A veces, todavía lo encuentro en mis sueños. Cuando él se me presenta, como una entidad de esencia energética, yo sé que son momentos importantes; me siento entonces bendecido.
Además, recientemente me enteré que Tim murió el 31 de mayo, lo cual corresponde exactamente con mi fecha de nacimiento. En el momento exacto en el que descubrí tal sincronicidad, lo escuché estallar de risa en mi cabeza diciéndome: “sabía que lo ibas a descubrir tarde o temprano, es un detalle tan evidente”. Aún en la actualidad, ese guiño, aunque no es el único, me sumerge en una felicidad poco común ya que un lazo sutil nos une en esta vida.
En seres humanos preseleccionados, de cada patrimonio genético, circuitos nerviosos concebidos para producir realidades y patrimonios genéticos futuros, han sido activados (usualmente sin que sean conscientes de ello).
Aquellos que son lo suficientemente afortunados para reconocer su casta genética posthumana alcanzan un alto nivel de presciencia y una impresión humorística de la vida. Comprenden que son Viajeros Temporales caminando literalmente en las civilizaciones pasadas; un rol divertido y eficaz a realizar. Aunque no tengan mucho poder para cambiar las bagatelas de la historia y las olas de la evolución, pueden surfear en ellas con un itinerario de crecimiento.
Tales agentes evolutivos pueden ser mejor descritos como FUERA DE CASTAS. Son rechazados, lanzados hacia adelante, empujados por encima y por debajo de la realidad contemporánea de la colmena. – Timothy Leary, The Intelligence Agents
Ken Wilber
Ken Wilber (nacido el 31 de enero de 1949) es un escritor y espiritualista estadounidense. Su obra cubre los dominios de la psicología, epistemología, historia de las ideas, sociología, mística, ecología y evolución. Su función tiene por objeto el formular lo que Wilber define como “una teoría integral de la conciencia” y hace de su autor, uno de los líderes de lo que se llama en ciertos países anglófonos, la “teoría integral”. Entre otros, él ha fundado, durante la transición del milenio, el Instituto Integral.
Ken Wilber no aboga, como tal, la utilización de psicodélicos, sino más bien ha adoptado una práctica búdica que pone un gran énfasis en la meditación.
Durante mi despertar espiritual yo tenía muchas preguntas que ninguna persona de mi entorno podía responderlas. Es en ese momento que descubrí la psicología transpersonal de Wilber, quien fue una figura destacable en los años ochenta. Yo recorrí su obra apasionadamente y aquello me llevó hacia el concepto de la filosofía integral. El impacto fulminante de los psicodélicos, y de cualquier práctica espiritual seria, puede fácilmente desenraizarnos si no hemos establecido en nuestra vida una práctica que tome en consideración todos los niveles del ser – cuerpo, mente, alma, espíritu; eso es a lo que Wilber llama la práctica integral. Es así que yo me esforzaba por integrar en mi vida diversas actividades y ejercicios que me permitieron experimentar más profundamente con los psicodélicos, al mismo tiempo que mantenía mi lucidez así como también mi presencia en mi cuerpo físico y en la realidad social. De ese modo, el mapa de los niveles de conciencia que ha trazado Wilber me sirve, aún hoy en día, para comprender mejor mis experiencias y poder explicármelas.
André Moreau
André Moreau nació en Montreal el 8 de febrero de 1941. Obtuvo un doctorado en filosofía de la Sorbona en 1966 y realizó investigaciones en epistemología en el nivel posdoctoral con orientación en sexología. Publicó su primer libro en 1969, creó un sistema filosófico, el Jovialismo, basado en una visión del mundo monista, inmaterialista e inmanentista y fundó el Movimiento Jovialista el 14 de diciembre de 1970. Su obra completa está compuesta de un centenar de obras de las cuales más de cincuenta han sido publicadas hasta ahora.
Después de seis años de experimentación intensiva con psicodélicos y de dirigir charlas de discusión sobre el tema, yo comencé a estancarme intelectualmente a falta de encontrar interlocutores lo suficientemente inteligentes como para estimularme. Me empecé a aislar peligrosamente de mis contemporáneos. Me hacía falta renovarme cueste lo que cueste, encontrar a mi familia de elección. Había intentado fundar la Comunidad Psicodélica de Montreal, pero por falta de bases filosóficas sólidas y de apoyo, no lograba elevarme y crear un movimiento tangible. Claramente presentí que iba a volver a encontrar un profesor, que me bastaba con esperar y ser atento. Y bien, en el momento en el cual estaba a punto de tropezar, algunos jovialistas comenzaron a frecuentar mi grupo de discusión. Me hablaron de André Moreau y uno de ellos me llevó hacia él. Es así que un Agente de Inteligencia, de carne y hueso, se me manifestó con un preciso modo de empleo de la vida consciente y un vocabulario filosófico genial que concordaba con mis convicciones personales. Cual huracán desencadenado, André Moreau se presentó en mi vida confirmando el adagio: cuando el alumno está listo el profesor aparece. Poco después, André me visitó en un sueño y me dijo que él iba a convertirse en mi profesor de filosofía; y yo acepté con gusto la oferta.
Sin haber encontrado, hasta ese momento, autores francófonos pertinentes en el campo de los psicodélicos y de la conciencia, yo me había enfocado en la cultura anglosajona para llenar las lagunas inherentes a la mía. Entonces, constaté felizmente que apenas a veinte minutos de mi casa residía un filósofo, del cual la audacia y el genio lo hacen presentarse de la siguiente forma: “La verdad es que, hasta ahora, soy el más avanzado de los instructores que han venido a la tierra. Yo no estoy aquí para salvar a lo que puede ser salvado – eso no tiene mucha importancia – sino para romper la máquina. No me sorprendería el descubrir un día, que ningún ser humano vivo me hubiese comprendido, desde mi nacimiento hasta mi muerte; no se puede comprender a una descarga, hay que experimentarla”.
Su obra me inspiró un sueño iniciático en virtud del cual decidí volver a poner en marcha al Movimiento Jovialista, que dormía desde hace ya 20 años. En ese sueño, André, rodeado de una gran multitud, portaba un casco de fútbol americano y estaba lleno de chichones y de saliva. Yo sentí su desilusión. Luego, él se quitó el casco y me lo dio. Entonces me di cuenta que contenía un cráneo de cristal hecho de luz. Yo lo tomé primero en mis manos y luego me lo puse en la cabeza. La multitud me comenzó a rodear; de inmediato me alejé de André y ellos me siguieron. Es por medio de esta entrega de poderes que el Movimiento Jovialista me fue dado. Nunca podré olvidar ese sueño iniciático y, ya que lo tomé al pie de la letra, poco después entré en el estado del Gran Jovialista.
El ser un alumno de André Moreau estimula mi fuerza, mi ardor, mi inteligencia… y mi genio. Yo me consagro ahora en comprender y en vivir el Jovialismo a su lado. Eh ahí un ser capaz de ayudarme a vivir de manera voluntariamente consciente. Él es el testigo lúcido de la inmensidad fenomenal de mi ser, que en ciertos momentos amenaza con devorarme, y por otra parte es uno de los únicos en poder comprender en realidad quien soy y que Yo Soy.
Los enteógenos han hecho bien su trabajo, han activado las partes sutiles de mi cuerpo y me han llevado a poner atención… ahora es mi turno. Yo aprendo a soñar conscientemente, consultando con frecuencia a André, quien es un maestro de los sueños. Yo le pregunto sin cesar acerca del jovialismo y me dejo guiar cuando es necesario. Los psicodélicos fueron mis profesores por un periodo y me han llevado hacia alguien que puede enseñarme a ser. Los psicodélicos dan intuición, vuelven inteligible el éxtasis, el despertar, los estados sutiles y causales de la conciencia, pero es tarea de cada uno el integrarlos y actualizarlos. La mayoría de la gente no tienen un profesor… yo evito conscientemente los desvíos.
Extracto de El Maestro Psicodelico