Gran devastación (2/3)
Existe un inmenso precipicio entre yo y los demás. Yo camino en equilibrio sobre la cresta de una montaña gigantesca y, desde ese lugar, que considero como el alero del mundo, puedo observar la bóveda celeste. Estoy cautivado por un espectáculo grandioso que tiene lugar en mí. Yo estoy atento. Navego solo ante el infinito de mi ser sobre un océano sin fronteras.